Qué es Yolo, la polémica nueva aplicación para Snapchat acusada de facilitar el bullying

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Cuando rozo, palpo o siento con mis dedos, soy feliz. Y tocar otro cuerpo es algo que apenas puedo resistir. Es entrar tembloroso en una nueva identidad. Es algo de mí mismo que me traiciona y sale violento a ayudar a este fuego. Mi cuerpo y mi sangre se mueven como el rayo para caer sobre esto que llega y que apenas se diferencia de mí. Por todas partes incitadores salaces que paralizan mis miembros. Sigues siendo maravillosa independientemente de que se enamoren de ti o no, sigues siendo la misma aunque dejen de amarte. Así que los rechazos y las rupturas no tienen por qué dañar tu autoestima: hay veces que se da la chispa de la química entre dos personas, y otras veces que no, y no pasa nada y a la inversa: no permitas que nadie te ate con la excusa de que te ama: no perteneces a nadie, y eres radicalmente libre para estar en una relación o para dejar de estar en ella, y para tomar tus propias decisiones. Tu pareja, sea chico o chica, también.

Los hombres no leen bien las señales ocultas y frente ese tipo de actitudes se cansan y concluyen que no hay posibilidades. No me voy a extender en este punto porque hay varios artículos en el blog que hablan de la cualificación para seducir. Simplemente quiero volver a recordar que la base de la seducción y socialización es que nos gustan las personas a las que gustamos. Sin pasarse. La cualificación femenina probablemente tenga que ser algo menos directa y sexual que la masculina pero es, sin duda, indispensable. Un aspecto bastante controvertido pero que puede dar muchas ventajas a la mujer en una relación del tipo que sea. Se basa en satisfacer el famoso ego masculino.